…Yo, que permanecía impaciente esperando no sé qué momento, que me estremecí cuando te miré por séptima vez, o ¡tal vez fue la octava!, que sentí los pelos de punta cuando te vi bailar, mientras escuchaba como los pasos te traían hacia mí, intuí que no creerías en la casualidad para justificar que estuviera, en el mismo lugar, a la misma hora, parado al borde y tuve que sacudirme los nervios con un sorbo de wiski, interminable...