...eras mi pareja en la pista, cuando empecé a asimilarlo, los cambios de ritmo y los pasos, cada vez más sorprendentes, se prodigaban. Sentía que tú los cogías bien y nos entendíamos perfectamente. Con el ritmo que nos sugería la canción, deslizábamos nuestros pies por el piso, tan suave y rítmicamente, como si flotáramos sobre la pista. No era necesario esforzarse mucho, porque los corazones, unidos en la postura típica, acompasaban sus ritmos con una maravillosa y dulce arritmia, que nos envolvía, aunque de vez en cuando diéramos un traspié y la profesora nos corrigiera...