...Ella no dijo nada. No pronunció ni una palabra sobre ello; pero de su silencio emanaba un cierto grado de satisfacción, una sonrisa segura que comprendí cuando escuché como mi acompañante decía:
- Es mi prima.
En ese momento, sentí la espalda sudorosa y las manos se me fueron a la cabeza para calmar el picor, temí que se me notara el nervioso y..., desee no haber dicho que “tenía que caer de la burra”...