…Cuando llegué al sitio a donde habíamos quedado, “El Zaragoza”, accedí a su interior, pero tú no estabas. Al principio me preocupe porque acudí tarde y sin poder avisarte.
En ese momento, no puede saber si tú habías venido, miré a la puerta y decidí marcharme, tenía que recorrer doce pasos, aproximadamente nueve metros, que parecían dilatarse con la angustia que me generaba la impaciencia.
Mientras salía a la calle y respiraba nervios, por tu ausencia, pensé que por la mañana nos veríamos, y me quedé tranquilo...