…Cuando comprobó que había gente en el interior y que no estaría solo, quiso evitar su exposición, al menos dentro, y evitó entrar; pero el amigo, que se había dado cuenta, no dijo nada, aunque la mueca que dibujó en su boca, a modo de sonrisa pícara, cómplice y con alguna pincelada maliciosa, le dio a entender que consideraba un privilegio saberlo y que, en el avión, se había hecho el loco…