miércoles, 15 de junio de 2016

ALEGRE DECEPCIÓN

En aquella pequeña plaza, de Talavera, los regates se sucedían entre los setos y los remates de cabeza se precipitaban contra la pared del local que tenía la portería dibujada con tiza. Los sábados echaban un partido en un terreno cercano, con las porterías marcados con piedras o bolsos de deporte.

A pesar de su corta edad, se apuntaron al campeonato alevín organizado por el Ayuntamiento. Uno de ellos, el que se encargó de buscar  las camisetas, prestadas por "Zarra", y organizó al equipo, planificando entrenamientos y partidos, tenía que quedarse fuera, era mayor, tenía 12 años. 
Por unos meses no era alevín, y no podía participar en el campeonato, con el que tanto soñaba, ni jugar con los amigos, a los que tanto apreciaba; y para subsanar la decepción, entre todos decidieron que se inscribiera como entrenador.

Llegaron a la final, fue el equipo revelación, al "entrenador", le dieron una medalla y salió en los periódicos locales, destacando su excelente labor, a tan poca edad.

Cuarenta años después, con el título de Entrenador Nacional, aún espera el final de aquel sueño que comenzó en aquella pequeña plaza de Talavera.