jueves, 25 de julio de 2013

Profundidad...


Al mismo tiempo que se me venía a la mente una de las involuntarias miradas que había automatizado mi pensamiento, como si de una obsesión se tratase, de manera automática, todo lo relacionaba contigo, compartiendo soledad... 

El camarero se acercó hasta mí, en la barra, y me vio con los otros, pero absorto en mis pensamientos. Para no molestar se dirigió al grupo:

- ¡Che, nanos! ¿Qué tomáis?